17.10.05

4 Poemas para el otoño

Por © Ricardo Fernández Moyano.
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Atardecer

Al caer la tarde
la ciudad se tiñe de añil,
un olor recordado invade el aire
y en la soledad de un pecho muere
la débil luz de la palabra.
Nadie habita las sombras,
nadie escucha la lluvia
que gota a gota retumba
en el tambor callado de la noche,
en el sabor sediento de una noche azul y pálida.
Atravesando aceras de mil
corazones abrasados
abrazados al abismo
incierto de la niebla,
aparecen los últimos vestigios
insinuantes del día,
de un día amargo
o tal vez feliz
que deja paso a la noche,
a una noche cálida y febril
ávida de trasgos y sirenas.
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(Del libro Tras la Huella del Tiempo. Diputación de Albacete.1996)
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Otoño
Lo recuerdo. Era otoño.
La noche había dado sus primeros pasos
sobre el asfalto y las afiladas torres
de esta ciudad amiga y lejana.
Hacía frío, después de un verano tormentoso,
el aire se había ido colando por las rendijas
de las puertas y de nuestros corazones.
El cierzo soplaba con fiereza
sacudiendo los álamos y sus hojas
fueron alfombrando las calles y plazas
del color de nuestra melancolía.
Lo recuerdo. Era otoño.
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(Del libro Transparencias. Devenir. Madrid.2002)
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La lenta marcha de las horas
delata un fluido incansable
que mana en los relojes
con sienes de plata.
A las veladas tardes de tormenta
suceden gloriosas alboradas
y la vida invita a gozarlas.
Esas noches de insomnio
que se clavan en el silencio oscuro
reflejan la cortina del abismo.
Aunque te ciegue el espectro de la aurora
que el peso de los días no aplaste
la duda, ni tu efímero mañana.
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(Del libro inédito La Voz en la Memoria)

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Ahora que anochece despacio,

sostengo un libro en mis manos
cuajado de humeantes poemas,
acunan mi alma como una madre
con cálidos y amorosos brazos.
Mientras la noche cae torpemente
sobre las calles impolutas
de esta ciudad invisible y amiga
que acogió mis doloridos huesos ayer,
cuando el cierzo amenazaba mi mañana.
En un alarde incombustible de luz
con la música acompañando mis horas,
quiero cantarle a la luna y su quimera.
Los versos se deslizan en mis manos,
lentamente,
como el tiempo destruye los recuerdos.
.
(Del libro inédito Estrategias de Supervivencia)


1 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Caen las hojas en el otoño,
pero tus poemas
alegran el corazón.
Gracias.

9:48 p. m.  

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